| Descripción |
Escena costumbrista desarrollada en el patio de caballos de una plaza. En primer término, aparece preparándose para la corrida el varilarguero a caballo, que mantiene una conversación con el torero, vestido de blanco y oro, y con un capote encarnado sobre su brazo. Al lado de éstos, aparece la inevitable maja, de coqueta actitud, sosteniendo un abanico cerrado en la mano y vestida con la indumentaria típica de su clase: manteleta, volantes y peineta. Al fondo, un grupo formado por un torero de azul y plata, una maja de espaldas cubierta con mantilla oscura, y dos toreros simplemente esbozados. Esta segunda escena se desarrolla bajo un destartalado balcón de madera.
La figura del varilarguero o picador era en el periodo romántico tan importante o más que el propio matador, como atestigua la amplia producción artística dedicada a éstos. Ejemplo de ello es la escultura "Picador" (Museo del Romanticismo, Inv. CE2491), de José Cubero. Junto a los majos, los bandoleros y los contrabandistas, los "tipos" del torero y el varilarguero constituyen los más importantes rasgos del tópico español.
Escena ambientada en el festejo taurino, pero eliminando sus componentes más dramáticos, típicos de la escuela madrileña. Manuel Cabral, al igual que los pintores costumbristas andaluces, evita el enfrentamiento directo entre el toro y el hombre, ofreciendo una imagen distendida en el patio de caballos. En la escuela andaluza hay un interés por restar dramatismo a la escena, eludiendo la representación de la lucha y centrándose aspectos más lúdicos como el público, el paseíllo o el patio de caballos.
Manuel Cabral, a lo largo de su producción artística, abordó el género historicista, el retrato, la pintura religiosa, la alegórica e incluso la pintura de casacón, pero donde destacó sobremanera, y alcanzó favorables críticas, fue en las escenas costumbristas, como atestigua esta obra.
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